El ecoturismo con lupas y el astroturismo con telescopios

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Aquí presentamos los subcapítulos en orden.

¿Qué queremos decir con “Ecoturismo con Lupa”?

En sus inicios, los seres humanos desafiaron sus límites frente a situaciones desconocidas, viajando a través de continentes y océanos en busca de nuevos territorios y recursos. Hoy en día, estas motivaciones iniciales pueden haber cambiado, y un gran número de personas dedican su tiempo de ocio a viajar en busca de satisfacción personal y nuevas experiencias. De esta manera, el turismo no es un concepto estático; requiere procesos de innovación permanentes teniendo en cuenta los cambios ambientales y culturales. La búsqueda de experiencias novedosas que alimenten la curiosidad humana y permitan el descubrimiento de nuevos paisajes y territorios se convierte en un imperativo en la construcción contemporánea de la oferta turística.

A partir del año 2002, el trabajo liderado por Ricardo Rozzi y el equipo de la Fundación Omora en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos (RBCH) se propuso consolidar una nueva dimensión en la valorización del paisaje, integrando las ciencias ecológicas con la ética ambiental y revelando la diversidad, funcionalidad y, sin duda, la belleza de los micropaisajes o “bosques en miniatura”. Para la sociedad global del siglo XXI, esta actividad despierta la curiosidad del ser humano para explorar y valorar la microflora y los invertebrados con los que convivimos en diversos ecosistemas, pero que tienden a pasar desapercibidos debido a su tamaño (Figura 1).

Figura 1. “Ecoturismo con Lupa” es una actividad turística de interés especial para apreciar la diversidad, belleza y relevancia ecológica de pequeños organismos como los musgos. Fotografía de Jaime Sepúlveda, Parque Omora, 2010.

 

Figura 2. Estudiantes de posgrado practicando “Ecoturismo con Lupa”. Fotografía de Adam Wilson, Parque Omora, 2010.

 

 

En el Cabo de Hornos, el uso de una lente de aumento o una lupa permite descubrir estos micropaisajes, generando una experiencia memorable de formas, colores y texturas nunca antes vistas. Según la perspectiva desarrollada por Ricardo Rozzi y el grupo de investigadores que lo acompaña, la idea detrás del concepto de lo que está empezando a llamarse “Turismo con Lupa” o mejor aún “Ecoturismo con Lupa”, es interpretar el paisaje en sus diferentes escalas y a través de una historia biocultural, promoviendo un cambio en la comprensión del entorno que habitamos. Esta actividad ofrece una nueva forma de hacer turismo lento y fue creada en el Parque Omora (Figura 2).

Parque Etnobotánico Omora: un lugar ideal para el “Ecoturismo con Lupa”

Las primeras experiencias formales de “Ecoturismo con Lupa” fueron propuestas a principios de la década de los años 2000 por un grupo interdisciplinario de ecólogos, filósofos y artistas en el Jardín de los Bosques en Miniatura de Cabo de Hornos. Este jardín incluye una red de dos kilómetros de senderos y 20 estaciones interpretativas en el Parque Etnobotánico Omora (Figura 3), situado a lo largo del Canal Beagle, en las cercanías de la ciudad más austral del mundo, Puerto Williams. Durante este período, principalmente científicos, estudiantes, viajeros de cruceros, visitantes institucionales y miembros de la comunidad educativa de Cabo de Hornos llegaron como visitantes al Parque Etnobotánico Omora.

Figura 3a. Estación interpretativa en el sendero de los Bosques en Miniatura de Cabo de Hornos en el Parque Etnobotánico Omora. Fotografía de Adam Wilson, enero de 2010.

 

Figura 3b. Estación interpretativa en el sendero de los “bosques en miniatura de Cabo de Hornos” en el Parque Etnobotánico Omora. Fotografía de Gonzalo Arteaga, enero de 2010.

 

El Parque Omora ofrece una muestra de la alta diversidad de la brioflora subantártica y protege in situ no solo poblaciones de musgos, hepáticas y líquenes, sino también sus interacciones ecológicas con insectos, hongos, bacterias, agua y suelo. Estas interacciones pueden ser observadas por los visitantes en sus hábitats naturales (Figura 4). El Parque Omora es el primer jardín botánico dedicado a la brioflora con criterios de conservación biocultural, educación, ecoturismo y ética ambiental de campo.

Ecoturismo con Lupa: una experiencia única

En sus más de 15 años de existencia, el “Ecoturismo con Lupa” se ha caracterizado por permitir un contacto cercano con la naturaleza, basado en la observación, el descubrimiento y la reflexión.

Figura 4. Un mosquito de la familia Chironomidae dispersando esporas del musgo Tayloria mirabilis en el sendero interpretativo de los “bosques en miniatura” del Parque Omora. Fotografía de Adam Wilson, s.f.

Estas experiencias turísticas con lupa están diseñadas para educar a los visitantes sobre su condición de cohabitantes del planeta, permitiéndonos apreciar las diversas formas de vida y comprender su papel sistémico en el hábitat que compartimos. En particular, estas experiencias turísticas con lupa consisten en actividades lentas y reflexivas, desarrolladas en grupos pequeños y en terrenos reducidos, generando un impacto ambiental limitado y controlable.

Figura 5. Estudiante de la Universidad de North Texas, Sean Connery, durante un curso de entrenamiento de Filosofía Ambiental de Campo en el Parque Omora en el año 2010. Fotografía por Adam Wilson, s.f.

Además, su escala y definición biocultural lo consolidan como una alternativa al turismo masivo: esta nueva forma de turismo permite la incorporación de comunidades vecinas y favorece el desarrollo local, así como la formación de guías turísticos y proveedores de servicios turísticos especializados en microbosques locales, bajo el enfoque de la Filosofía Ambiental de Campo diseñado en el Parque Omora (Figura 5). Otra característica del turismo con lupa es su facilidad de desarrollo a lo largo de senderos accesibles para personas con discapacidad, lo que implica un esfuerzo de movilidad reducido y la incorporación de un gran grupo de población, donde los adultos mayores y los niños juegan un papel predominante al nombrar las especies.

En el contexto de la Filosofía Ambiental de Campo, la experiencia de “Ecoturismo con Lupa” tiene como objetivo extenderse a diferentes partes del planeta, sin necesidad de agravar la huella de carbono; sin embargo, para aquellos que visitan la Patagonia o planean visitar el continente antártico, es una gran oportunidad para complementar su viaje y vivir la experiencia en el Parque Etnobotánico Omora.

¿Cómo se practica el “Ecoturismo con Lupa”?

Para disfrutar de esta experiencia, los visitantes deben concentrarse y tener tiempo para experimentar las texturas y los tonos de los pigmento del follaje, o los movimientos de pequeños invertebrados que emergen en medio de la atractiva trama del microbosque. Esta actividad, según lo expresado por Ricardo Rozzi en 2005, implica también prestar atención para observarnos a nosotros mismos, nuestra respiración, emociones y curiosidad. De esta manera, se logra una experiencia ética y recreativa de ecoturismo a través de la educación informal, desplegada en tramas de diversidad biológica y cultural.

Figura 6a. El “Ecoturismo con Lupa” es una forma de “turismo lento” que nos permite observarnos a nosotros mismos, con nuestra respiración, emociones y curiosidad, conviviendo con musgos y otros organismos. Fotografía de Cristián Valle tomada de Rozzi et al. (2010).

 

Figura 6b. El “Ecoturismo con lupa” es una forma de “turismo lento” que nos permite observarnos a nosotros mismos, con nuestra respiración, emociones y curiosidad, conviviendo con musgos y otros organismos. Fotografía de Cristián Valle tomada de Rozzi et al. (2010).

 

La propagación del “Ecoturismo con Lupa”

A lo largo de Chile, además del Parque Omora, la Reserva Altos de Cantillana, ubicada al sur de la Cuenca de Santiago, en la zona central de Chile, es una de las áreas protegidas que ha implementado actividades de “Ecoturismo con Lupa”. Esta zona corresponde a un “hotspot” o “punto caliente” de biodiversidad global de flora mediterránea y presenta variados ecosistemas, entre los que destacan el bosque esclerófilo, el bosque caducifolio de robles de Santiago y el relicto de matorral altoandino de la última glaciación. También tanto en la Isla Grande de Chiloé como en la Región de los Lagos de Chile, se han implementado en zonas protegidas privadas, como Los Senderos de Chepu y la Reserva Huilo-Huilo. Recientemente, el Gobierno Regional de Aysén adaptó la metodología del Parque Omora en un programa de capacitación llamado “Ecoturismo con Lupa: briófitas, líquenes y macroinvertebrados acuáticos” en el Parque Nacional Queulat.

Figura 7. Una exposición de “Ecoturismo con Lupa” centrada en musgos y arte en el Jardín Botánico del Lago de las Hadas de Shenzhen, Shanghái. Fotografía de Li Zhang en Zhu, 2018.

A nivel internacional, el turismo con lupa se adaptó en el año 2012 en Bangor, Gales, Reino Unido, así como en una exposición en el Jardín Botánico de las Hadas de Shenzhen, en Shanghái, China, en 2014. Sin embargo, como el jardín botánico en Shenzhen no es una reserva natural, esta experiencia se realiza con musgos cultivados. En Alemania, en el año 2006, se inauguró un “jardín de musgos” en el Jardín Botánico y Museo Botánico de Berlín, que invita a los visitantes a descubrirlos a través de lupas y lentes de aumento. Por último, desde el año 2021, ha habido una colaboración activa entre Ricardo Rozzi y su equipo y el Museo Senckenberg en Fráncfort.

Beneficios del “Ecoturismo con Lupa”

Figura 8. Este esquema ilustrativo explica que la experiencia del “Ecoturismo con Lupa” implica la participación activa de los visitantes, por ejemplo, observando, dibujando y nombrando musgos. Esta actividad se puede practicar en hábitats cotidianos, como jardines, parques o patios escolares. Ilustración por Mauricio Álvarez, adaptada de Rozzi y Tauro (2023).

Entender el “Ecoturismo con Lupa” implica valorar la curiosidad del ser humano. Al observar un paisaje magnificado a través de una lupa, los visitantes descubren y aprecian una diversidad exuberante de formas de vida. Por ejemplo, se detienen en las características distintivas desconocidas de la microflora: musgos, hepáticas, antocerotas y líquenes. Una de sus ventajas es que se lleva a cabo en un espacio relativamente pequeño, donde se pueden explorar diversas especies. De esta manera, los micropaisajes se relacionan con los paisajes comúnmente conocidos como jardines y plazas (Figura 8). En particular, la investigación realizada por Ricardo Rozzi y Alejandra Tauro, en el año 2023, nos permite identificar el valor didáctico de esta forma de observación que consiste en reconocer la importancia de los seres pequeños en la naturaleza. El descubrimiento y la observación de estos seres, que antes eran “invisibles” para la mayoría de los visitantes, crea conciencia de lo poco que conocemos nuestro entorno y nos invita a actuar con más precaución. En este contexto, en el año 2010, Rozzi y otros autores indicaron que el “Ecoturismo con Lupa” representa una práctica ética que contribuye a una convivencia respetuosa en la diversidad biocultural en la que estamos inmersos.

¿Qué entendemos por astroturismo?

La relación entre viajar y observar el cielo está profundamente arraigada en la esencia curiosa del ser humano. De esta manera, la observación sistemática de las estrellas, junto con el desarrollo tecnológico de instrumentos de navegación, permitió a los primeros viajeros trazar y recorrer nuevas rutas, circunnavegar continentes y viajar por mares y océanos en todo el mundo.

Figura 1. Observación celeste a simple vista como una introducción a la observación astronómica, aprovechando la calidad de los cielos de la Comuna de Combarbalá, Observatorio Cruz del Sur. Fotógrafo desconocido, s.f.

La curiosidad por lo desconocido es el punto de encuentro entre la astronomía y el turismo, dando forma y sentido a lo que conocemos como astroturismo, una práctica turística asociada a experiencias recreativas y educativas que acercan al viajero a la observación y comprensión de los fenómenos astronómicos y del cosmos. El astroturismo también se conoce como ecoturismo celeste o turismo estelar.

En relación con las motivaciones para el desarrollo de este tipo de turismo, actualmente más del 80 % de la población mundial vive bajo cielos contaminados por luces artificiales, y un tercio no puede ver la Vía Láctea durante la noche. La falta de acceso a las estrellas aleja al habitante urbano de los ritmos de la naturaleza y del universo. Por lo tanto, poder disfrutar de un cielo libre de contaminación lumínica se ha convertido en un deseo para muchas personas, que encuentran a través del astroturismo una forma de redescubrir la emoción de mirar hacia el cielo y observar el verdadero espectáculo que el firmamento nos ofrece (Figura 1).

¿Quién practica el astroturismo?

El creciente conocimiento de la necesidad imperativa de garantizar la preservación de la biodiversidad del planeta a través de un mayor conocimiento y protección ambiental y cultural se conecta con motivaciones profundas basadas en el ocio y la creación de cielos oscuros para disfrutar de noches estrelladas, y con motivaciones relacionadas con cultivar un mayor conocimiento del cielo, los objetos celestiales y todos los aspectos culturales relacionados con ellos. De esta manera, cada vez más viajeros afirman que la observación y comprensión del cosmos son uno de los elementos que motivan la selección de destinos turísticos, actividades y experiencias.

Los interesados en el astroturismo, dependiendo de la disposición que haga el “cielo” como recurso para satisfacer la necesidad de viajar, pueden dividirse básicamente en dos grandes grupos de personas: astrónomos aficionados y el público en general.

El astroturismo en Chile

El norte de Chile en particular es un laboratorio natural único para la observación del cosmos con fines astronómicos. Gracias a la transparencia de sus cielos, el 40 % de las observaciones astronómicas del mundo se realizan en Chile, y según estimaciones, esto podría alcanzar el 70 % en los próximos años. En este sentido, si la actividad turística se caracteriza por ofrecer a los visitantes experiencias nuevas, únicas e inolvidables, la oportunidad de observar el cielo desde Chile se convierte, en sí misma, en una oportunidad imposible de replicar en cualquier otro lugar del planeta.

Figura 2. Las instalaciones astronómicas son una gran atracción para los visitantes. En la imagen se puede ver una visita guiada en el Observatorio Cerro Paranal. Fotógrafo desconocido, s.f.

Esta diferenciación aumenta sustancialmente la valoración territorial y permite posicionar a Chile a la vanguardia del turismo astronómico mundial (Figura 2). Por ejemplo, en 2015, la Asociación Internacional del Cielo Oscuro (IDA, por sus siglas en inglés) declaró al sitio astronómico del Observatorio AURA en el Valle de Elqui como el primer Santuario Internacional de Cielo Oscuro en el mundo. De esta manera, el astroturismo en Chile aprovecha las más de 300 noches despejadas al año y la baja contaminación lumínica en el norte del país para contemplar las estrellas a través de algunos de los observatorios científicos más potentes del mundo.

Cómo se desarrollan las experiencias de astroturismo en Chile

En particular, dos estudios que analizan la dinámica del astroturismo en Chile tanto para turistas nacionales como internacionales (CORFO, 2016a, b) identifican las principales actividades que atraen a los turistas vinculados a la observación celeste, como: visitar observatorios científicos y visitar parques o reservas naturales para observar el cielo nocturno, eclipses y otros fenómenos celestiales. Un ejemplo de esto se pudo ver el 2 de julio de 2019, cuando se vivió uno de los eventos astronómicos más importantes del mundo: el eclipse solar total. Este fenómeno hizo que más de trescientas mil personas llegaran a las regiones con las mejores condiciones para su observación, ofreciendo a quienes lo presenciaron desde nuestro país una atracción turística única.

Figura 3. Equipo ideal para que los visitantes puedan realizar fotografías de alta resolución del cielo y sus estrellas a través de la astrofotografía, Observatorio El Pangue, Comuna de Vicuña. Fotógrafo desconocido, s.f.

Juárez Alcázar distingue cinco tipos de experiencias de astroturismo: sesiones de interpretación del cielo, visitas a instalaciones de investigación, miradores astronómicos, planetarios y g-astronomía (gastronomía con temática astronómica). Sin embargo, la diversificación de las experiencias en torno al astroturismo va más allá de observar el cielo a través de una lente, telescopio o pantalla.

Desde la observación e interpretación del cielo a simple vista hasta guías locales que explican la comprensión ancestral del cielo, pasando por el turismo virtual que permite a los visitantes acceder de forma remota a un telescopio ubicado en el Desierto de Atacama, el astroturismo ofrece la oportunidad de diseñar productos turísticos innovadores con amplias opciones para incorporar a las comunidades locales capacitadas en la atención al visitante.

Entre estas actividades en Chile se encuentran: la opción de disfrutar de estancias nocturnas bajo cielos estrellados y astrofotografía (Figura 3) en el Valle del Elqui; gastronomía inspirada en el cielo y las tradiciones de los pueblos originarios; arqueoastronomía y astromúsica en San Pedro de Atacama; senderismo y paseos a caballo para la contemplación nocturna, principalmente en noches de luna llena, en los valles de Santiago; termalismo a la luz de las estrellas en la región de Tarapacá; y también innovaciones como la gamificación o las “fiestas estelares”, artesanías inspiradas en el cielo, baños celestiales ancestrales, etc.

Se fomenta que estas experiencias únicas se desarrollen en el marco de la sostenibilidad, motivando a los proveedores de servicios a unirse al sello de sostenibilidad y a los viajeros a programar viajes de larga estancia y compensar su huella de carbono, para mitigar los efectos del turismo en el cambio climático.

Principales destinos y experiencias de astroturismo en Chile

El astroturismo se puede practicar en todo Chile, y en particular entre las regiones de Antofagasta y Coquimbo, en los destinos turísticos de La Serena, Valle del Elqui, San Pedro de Atacama y Antofagasta. Es posible encontrar agencias encargadas de transportar, proporcionar alojamiento, equipos e interpretación para la observación de estrellas.

Figura 4. Un interesante observatorio construido especialmente para recibir visitantes y estimular el desarrollo del turismo en la localidad de Andacollo. Si ingresas, es posible ver las estrellas a través de un telescopio que emerge de una cúpula. Collowara, Andacollo, Chile. Fotógrafo desconocido, s.f.

El interés por abrir la actividad astronómica al turismo ha llevado a los municipios, fundaciones y al público general a construir y poner a disposición lo que se denomina “Observatorios Astronómicos Turísticos” (Figura 4). En 2018, el número registrado de observatorios destinados exclusivamente a fines turísticos y educativos en todo Chile ascendió a 35, de los cuales 4 se encuentran en la Región de Antofagasta, 1 en la Región de Atacama, 15 en la Región de Coquimbo, 2 en la Región de Valparaíso, 5 en la Región Metropolitana de Santiago, 2 en la Región de O’Higgins, 1 en la Región del Maule, 4 en la Región del Biobío y 1 en la Región de Los Lagos.

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